Luis se afeita… se ducha sin cantar… se viste y cuando se da
cuenta el ascensor se detiene en la planta baja. Solo han transcurrido 16
minutos. Hace muchísimo calor, toma un colectivo hasta Primera Junta y allí se
deja tragar por la multitud que baja por la escalera del subte que lo llevará
hasta la Avenida de Mayo.
Los destartalados coches del subte son los mismos que lo
llevaban al colegio primario, y exhalan al andar el perfume y la
misma música crujiente de sus maderas. Entonces, Luis recuerda la primera vez
que viajó solo, a los nueve años, desde la casa de sus amigos hasta la
estación Pasco donde lo esperaban su mamá y su hermana. ¡La primera gran
hazaña de su vida!
Se sienta y mira a la gente que lo rodea, es el coche del
conductor y dos niños viajan sentados frente a la gran ventana mirando cómo la
formación va devorando las vías y se vé, son él y su hermana ubicados en ese
lugar privilegiado sintiendo lo mismo que estos pequeños del siglo XXI…”
Fragmento del capítulo 10 de la novela “Don Luis”. Por Diego
Tillous (tallerista de Palabra Viva)
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